EXPERTOS y ASESORES

Están de moda los expertos.
En realidad un experto en algo es alguien que cree que sabe mucho de ese algo. Aunque no es necesario que sepa absolutamente nada.
Como no hay programas de estudio, ni oposiciones, ni titulación pertinente, ser experto es bastante fácil, basta con decir que uno lo es y ya está. Nadie lo puede comprobar ni rebatir y ni siquiera refutar, todo lo más cabrearse interiormente.
Si a eso le añadimos una pose autosuficiente, una voz ahuecada y una cierta palabrería, el experto está listo para empezar a cobrar, si es posible mejor de la administración.
Tampoco está de más que algún amigo o familiar situado le den el espaldarazo y entonces su asentamiento como experto sería ya completamente irrebatible.
El grado más alto para un experto es el de asesor, que es lo mismo, pero cuando ese amigo, familiar o encargado lo contrata pagando su nómina la administración, o sea nosotros.
Para mi próxima vida me pido experto español asesor de políticos domésticos, o sea alcaldes. ¿Puedo?. Creo que no, pues se me olvidaba la principal condición que debe reunir: Tener la cara tan dura como el cemento. Con ese toque de insolencia que solo da la ignorancia supina.