14/3/17

FUMADORES (de terrazas)

Los fumadores estaban revestidos de un halo de impunidad. Podían hacernos tragar su humo en los locales cerrados, incluso públicos, sin que tuviéramos derecho a protestar. Era parte de las reglas del juego e incluso tenían prioridad sobre cualquier molesto no fumador que los increpase.
El fumador era el amo y no había más que hablar.
Su chulería, solo equiparable a la de un verdugo Saudí de espada, no admitía réplica, pues estaba apoyado por  los amos de los comercios y los jefes de departamentos de los estamentos públicos, así que había que aguantar la humareda sin rechistar.
Pero  en el 2006 apareció la Ley Antitabaco, a la que empezó a hacérsele caso a regañadientes, por lo que se enmendó en el 2011.
Los fumadores ya no podían fumar en los lugares públicos. Desaparecía el placer de hacerlo en el metro, o en el restaurante, y ya no se podía  molestar a esos sosos no fumadores.
Tenían que hacer algo, pues si  había una ley, también habría una trampa ¿No?.
Se pusieron a pensar y al final idearon algo para seguir molestando a los nofu . Si no se podía fumar en el metro, al menos se les ahumaría cuando más molesta: En los restaurantes, y así aparecieron las terrazas-trampa.
La ley antitabaco del 2011 había reformado el texto de la del 2006 quedando así:
2. A efectos de esta Ley, en el ámbito de la hostelería, se entiende por espacio al aire libre todo espacio no cubierto o todo espacio que estando cubierto esté rodeado lateralmente por un máximo de dos paredes, muros o paramentos.
O sea que para que  una terraza cerrada se pueda considerar como espacio abierto, (y se pueda fumar en ella) tiene que tener como máximo un techo y dos paredes.
Pero ¿Qué pasa cuando llega el invierno?. Falta al menos otra pared, para no pasar frío y seguir ahumando a los molestos nofu.
Problema resuelto: Las paredes correderas o plegables, que se cierran cuando no se dan cuenta los no fumadores.
Bueno lo que quiero decir es que comer en una terraza así es francamente desagradable. Estar tragándote el humo de un montón de chimeneas humanas (fuera de la ley) mientras comes es una pesadilla.
Y permítanme que les diga que creo firmemente que ha aparecido la profesión de fumador profesional. El cual es contratado por el restaurante de la competencia para que fume en la terraza ajena, a ser posible un puro pestilente, y así se las vacíe de comensales.














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